Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк (лучшие книги .txt) 📗
Estaba bastante cansado y sin darme cuenta me quede dormido. Cuando me desperte no supe durante un momento donde estaba. Me sente y mire a los lados, un poco asustado. Despues me acorde. El rio parecia tener millas y millas de ancho. La luna brillaba tanto que podian contarse los troncos que bajaban a la deriva, negros y silenciosos, a cientos de yardas de la orilla. Todo estaba en un silencio total y parecia ser tarde, olia a que era tarde. Ya sabeis a que me refiero… No se con que palabras decirlo.
Bostece y me estire a gusto, y estaba a punto de desamarrar para ponerme en marcha cuando oi un ruido en el agua. Escuche. En seguida comprendi lo que era. Era ese ruido acompasado y sordo que hacen los remos en los toletes en el silencio de la noche. Mire entre las ramas de los sauces y alli estaba: un bote en el rio. No veia cuanta gente llevaba. Seguia acercandose, y cuando llego frente a mi solo llevaba a un hombre. Y yo voy y pienso: «A lo mejor es padre», aunque no lo esperaba. Fue pasando rio abajo con la corriente y al cabo de un rato llego balanceandose a la orilla, donde el agua estaba tranquila, y paso tan cerca que podria haberlo tocado alargando la escopeta. Bueno, pues si que era padre, y encima sereno, por la forma en que dejo los remos.
No perdi el tiempo. Al momento siguiente iba rio abajo, en silencio pero rapido, a la sombra de la ribera. Recorri dos millas y media y despues me aparte un cuarto de milla mas hacia el centro del rio, porque en seguida iba a pasar por el desembarcadero del transbordador y podia verme gente y llamarme. Me puse entre las maderas que bajaban a la deriva y despues me tumbe en el fondo de la canoa y deje que esta flotara sola. Alli me quede, descanse bien y me fume una pipa, contemplando el cielo; no habia ni una nube. El cielo parece siempre tan profundo cuando se echa uno de espaldas a la luz de la luna; nunca me habia dado cuenta hasta entonces. ?Y cuantas cosas se oyen de lejos en noches asi! Oi a gente que hablaba en el desembarcadero. Y oi lo que decian: cada una de sus palabras. Un hombre comento que ya llegaban los dias largos y tambien las noches cortas. El otro dijo que esta no era de las cortas, calculaba, y despues se echaron a reir y lo volvieron a decir una vez y otra y se volvieron a reir; despues despertaron a otro y se lo dijeron riendose, pero el no se rio; solto algo de muy mal humor y lo dejaron en paz. El primero de ellos dijo que seguro que se lo decia a su vieja porque le iba a hacer mucha gracia, pero dijo que aquello no era nada en comparacion con las cosas que habia dicho en sus tiempos. Oi decir a un hombre que casi eran las tres y esperaba que la luz del dia no tardara en llegar mas de una semana. Despues la conversacion se fue alejando cada vez mas, y yo ya no podia distinguir las palabras, pero si el ruido y de vez en cuando tambien una risa, solo que ahora todo parecia muy lejos.
Ya habia pasado el transbordador. Me levante y alli estaba la isla de Jackson, unas dos millas y media rio abajo, llena de arboles y levantandose en medio del rio, grande, oscura y solida, como un barco de vapor sin ninguna luz. No habia ni una senal en la barra de la punta: ahora todo aquello estaba sumergido.
No me llevo mucho tiempo llegar alli. Pase junto a la punta a gran velocidad, dada la rapidez de la corriente, y despues llegue a las aguas calmadas y desembarque del lado que daba a la orilla de Illinois. Meti la canoa en una hendidura profunda de la ribera que ya habia visto antes. Tuve que separar las ramas de los sauces para entrar, y cuando amarre nadie podia verla desde fuera.
Subi y me sente en un tronco en la punta de la isla a contemplar el gran rio y el maderamen que pasaba y el pueblo, a tres millas de distancia, donde se veian parpadear tres o cuatro luces. Habia una balsa enorme de troncos que flotaba una milla aguas arriba y que iba bajando con un farol encendido en medio. Vi como llegaba poco a poco, y cuando estaba casi enfrente de mi oi que un hombre decia: «?Ohe, remos de popa! ?virad la proa a estribor!» Lo oi igual de bien que si aquel hombre hubiera estado a mi lado.
Ahora ya se veia algo de gris en el cielo y yo me meti en el bosque y me eche una siesta antes de desayunar.
Capitulo 8
El sol estaba ya tan alto cuando me desperte que pense que seria despues de las ocho. Me quede tumbado en la hierba a la sombra fresca, pensando en cosas y sintiendome descansado y muy comodo y satisfecho. Se veia el sol entre uno o dos agujeros, pero lo que habia sobre todo eran grandes arboles por todas partes y en medio de ellos muchas sombras. Habia sitios moteados en el suelo donde la luz se filtraba entre las hojas, y los sitios moteados cambiaban un poco, lo cual demostraba que soplaba algo de brisa. Un par de ardillas se sentaron en una rama y me parlotearon en plan muy amistoso.
Me sentia muy perezoso y comodo: no queria levantarme a hacer el desayuno. Bueno, pues estaba a punto de volverme a dormir cuando me parecio que oia un «?bum!» a lo lejos, rio arriba. Me despierto y me apoyo en el codo y escucho; en seguida lo vuelvo a oir. Di un salto y fui a mirar por un hueco entre las hojas, y voy y veo un monton de humo por encima del agua, muy lejos rio arriba: aproximadamente frente al transbordador. Y alli estaba el transbordador, lleno de gente, que bajaba flotando. Entonces comprendi lo que pasaba. «?Bum!» Vi el humo blanco que salia del costado del transbordador. O sea, que estaban disparando el canon por encima del agua, tratando de hacer que mi cadaver saliera a la superficie.
Tenia bastante hambre, pero mas me valia no hacer una hoguera, porque a lo mejor veian el humo. Asi que me quede sentado mirando el humo del canon y escuchando el «bum». Alli el rio media una milla de ancho y siempre esta muy bonito en una manana de verano, asi que me lo pase bastante bien viendo como buscaban mis restos, y solo me faltaba algo que comer. Bueno, entonces se me ocurrio pensar que siempre ponian mercurio en barras de pan y las echaban a flotar, porque suelen ir derechas adonde esta el cadaver del ahogado y se quedan alli. Asi que voy y digo: «Estare atento, y si alguna de ellas me pasa cerca flotando, lo intento». Me cambie al lado de la isla que daba a Illinois para ver que suerte tenia, y no me salio mal. Paso una hogaza grande flotando y casi la agarre con un palo largo, pero se me resbalo un pie y siguio flotando. Naturalmente, yo estaba donde la corriente mas se acercaba a la ribera, porque sabia que era lo mejor. Pero al cabo de un rato paso otra, y esta vez la enganche. Le quite el tapon para sacarle el trocito de mercurio y le hinque el diente. Era «pan de tahona»: del que come la gente fina; nada de pan de borona barato.
Me busque un buen sitio entre las hojas y me quede sentado en un tronco, mascando el pan y contemplando el transbordador, muy contento. Y entonces se me ocurrio algo. Voy y digo: «Ahora supongo que la viuda o el parroco o alguien ha rezado para que este pan me encontrase, y eso es lo que ha pasado. Asi que no cabe duda de que algo de verdad tiene esa historia: de que tiene algo de verdad cuando alguien como la viuda o el parroco rezan, pero conmigo no funciona, y supongo que solo funciona con cierta gente».
Encendi una pipa y estuve un buen rato fumando mientras seguia mirando. El transbordador flotaba corriente abajo y pense que tendria una oportunidad de ver quien iba a bordo cuando se acercase, porque se quedaria casi al lado, igual que habia hecho el pan. Cuando avanzaron lo suficiente hacia mi, apague la pipa y fui adonde habia enganchado el pan y me escondi detras de un tronco en la ribera en un pequeno claro. Podia mirar por la parte en que el tronco se bifurcaba.