Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк (лучшие книги .txt) 📗
—?Para quien es esa comida? ?Vas a darles de comer a los perros?
El negro empezo a sonreir lentamente hasta que se le lleno la cara, como cuando se tira un ladrillo a un charco de barro, y dijo:
—Si, senorito Sid, a un perro. Un perro muy curioso. ?Quiere venir a verlo?
—Si.
Le di un golpe a Tom y le dije en voz baja:
—?Vas a ir ahi al amanecer? Ese no era el plan.
—No, no lo era, pero ahora si es el plan.
Asi que, maldita sea, alli fuimos, pero no me gusto lo mas minimo. Cuando llegamos casi no se veia nada de oscuro que estaba, pero alli estaba Jim, sin duda alguna, y nos podia ver, y grito:
—?Pero, Huck! ?Y Dios mio! ?No es ese el sito Tom?
Yo sabia lo que iba a pasar, era lo que esperaba. No sabia que hacer, y aunque lo supiera no lo habria hecho, porque aparecio el negro diciendo:
—?Por todos los santos! ?Los conoce a ustedes, senoritos?
Ahora ya se veia bastante bien. Tom miro al negro, muy fijo y como preguntandose algo, y va y dice:
—?Quien nos conoce?
—Pues este negro fugitivo.
—No creo; pero, ?por que se te ha ocurrido?
—?Que por que? ?No acaba de decir ahora mismo que les conocia?
Tom va y dice, como extranado:
—Bueno, esto si que es curioso. ?Quien ha dicho nada? ?Cuando lo ha dicho? ?Que ha dicho? —y se vuelve hacia mi, muy tranquilo, y va y me dice—: ?Has oido tu a alguien decir algo?
Naturalmente, no podia decir mas que una cosa, asi que respondi:
—No; yo no he oido a nadie decir nada.
Despues se vuelve hacia Jim y lo mira de arriba abajo como si nunca lo hubiera visto antes y le pregunta: —?Has dicho algo tu?
—No, senor —dice Jim—; yo no he dicho nada, senor.
—?Ni una palabra?
—No, senor, no he dicho ni una palabra.
—?Nos has visto antes de ahora?
—No, senor; no que yo sepa.
Asi que Tom se vuelve hacia el negro, que estaba todo apurado y confundido, y dice, muy severo:
—Pero, ?que te pasa? ?Por que has pensado que alguien ha dicho algo?
—Ay, son esas malditas brujas, senorito, y ojala que me hubiera muerto, de verdad. Siempre estan con esas, senorito, y casi me matan de los sustos que me dan. Por favor, no se lo diga usted a naiden, senorito, o si no el viejo senor Silas me va a renir porque el dice que no existen las brujas. Ojala que estuviera aqui ahora… ?A ver que decia! Seguro que no encontraba forma de explicarlo esta vez. La gente que es terca se muere de terca; nunca quieren mirar las cosas a ver que es lo que pasa de verdad, y cuando uno lo ve y se lo cuenta, van y no se lo creen.
Tom le dio diez centavos y le dijo que no se lo diriamos a nadie y que fuera a comprarse mas hilo para atarse el pelo, y despues mira a Jim y va y dice:
—Me pregunto si el tio Silas va a ahorcar a este negro. Si yo agarrase a un negro lo bastante ingrato para escaparse, no lo entregaria; lo ahorcaria yo.
Y mientras el negro iba a la puerta a mirar la moneda de diez centavos y morderla para ver si era buena le susurra a Jim en voz baja:
—Que no se enteren de que nos conoces. Y si oyes cavar por las noches somos nosotros que vamos a ponerte en libertad.
Jim no tuvo tiempo mas que para agarrarnos de las manos y apretarnoslas. Despues volvio el negro y dijimos que volveriamos otra vez si el queria y dijo que si, sobre todo si era de noche, porque las brujas le atacaban de noche, y entonces si que le convenia tener gente a su lado.
Capitulo 35
Faltaba todavia casi una hora para desayunar, asi que nos fuimos al bosque, porque Tom dijo que necesitabamos algo de luz para ver mientras cavabamos pero que un farol daba demasiada y nos podia meter en jaleos, asi que necesitabamos reunir un monton de esa madera podrida fosforescente que llaman «fuego de zorro» y que no da mas que una especie de resplandor suave cuando se coloca en un sitio oscuro. Sacamos un monton, la escondimos entre las hierbas y nos sentamos a descansar, cuando Tom va y dice, como descontento:
—Maldita sea, todo esto es de un facil que da asco. Por eso resulta tan dificil organizar un plan complicado. No hay un guardian al que drogar y tendria que haber un guardian. Ni siquiera un perro al que darle algo para que se duerma. Y luego, Jim esta encadenado por una pierna, con una cadena de diez pies, a la pata de la cama; ?pero si basta con levantar la cama y quitar la cadena! Y el tio Silas se fia de todo el mundo. Manda la llave a ese negro de chorlito y no manda a nadie a vigilar al negro. Jim podria haberse escapado por esa ventana antes de ahora, solo que no puede echar a correr con una cadena de diez pies en la pierna. Maldita sea, Huck, es el sistema mas absurdo que he visto. Tiene uno que inventarse todas las dificultades. Bueno, no podemos evitarlo, tenemos que hacerlo lo mejor que podamos con el material que tenemos. En todo caso nos queda algo: es mas honorable sacarlo en medio de dificultades y peligros cuando la gente que tenia la obligacion de crearlos no lo ha hecho y ha tenido uno que inventarselos por sus propios medios. Basta con pensar en el asunto ese del farol. Si no vemos mas que los hechos en si, sencillamente tenemos que fingir que eso del farol es peligroso. ?Pero podriamos trabajar con una procesion de antorchas si quisieramos, creo yo! Ahora que lo pienso tenemos que buscar en cuanto podamos algo que haga de serrucho.
—?Para que necesitamos un serrucho?
—?Que para que necesitamos un serrucho? ?No tenemos que aserrar la pata de la cama de Jim, para quitar la cadena?
—Pero si has dicho que basta con levantar la cama y sacar la cadena…
—Bueno, eso es tipico de ti, Huck Finn. Se te ocurren las mismas cosas que a un nino de escuela. ?Es que no has leido un libro en tu vida? ?El baron Trenck, o Casanova, Benvenuto Cellini, o Enrique IV, o cualquiera de esos heroes? ?Quien ha oido hablar de liberar a un preso de una forma tan sencilla? No, la forma en que lo hacen las mejores autoridades es aserrar la pata de la cama en dos y dejarla asi y comerse uno el serrin, para que no lo puedan encontrar, y poner algo de polvo y grasa en torno al sitio, para que ni el senescal mas astuto perciba la menor senal de que esta aserrado y se crea que la pata de la cama esta perfectamente bien. Despues, la noche que esta uno listo, da una patada a la pata y se cae la cama, se saca la cadena y ya esta. No hay mas que hacer que llevar la escala de cuerda a las murallas, bajar por ella, romperse la pierna en el foso, porque las escalas de cuerda siempre miden diecinueve pies menos de lo necesario, ya sabes, y alli estan los caballos y los vasallos de confianza que te recogen, te montan y te llevan a tu Languedoc o tu Navarra o donde hayas nacido. Es una gozada, Huck. Ojala que esta cabana tuviera un foso. Si hay tiempo, la noche de la fuga cavamos uno.