Los Jardines De Luz - Maalouf Amin (версия книг .TXT) 📗
Una vez fuera, vio un sendero que llevaba hacia un arbol solitario bajo el cual fue a sentarse. Generalmente, en un entorno como aquel, conseguia abstraerse de los murmullos cercanos y de la algarabia lejana, a fin de invocar a aquel a quien llamaba su «Gemelo».
Pero aquel dia, no aparecio ningun rostro ni se oyo ninguna voz familiar.
Habian transcurrido treinta anos desde su primer encuentro cara a cara en el agua del canal, en la epoca del palmeral, y su companero celeste siempre le habia respondido. Entre Mani y ese otro yo podia haber crisis y tensiones, ya que su doble le ocultaba a veces ciertas verdades, rayando en el engano y la burla, pero siempre aparecia, sin fallar, en el instante en que Mani le llamaba.
Hasta aquel dia, en la region de Edesa.
Privado de su reflejo celeste, el Mensajero tuvo la sensacion de haber dejado de existir. De pronto, todo le parecio irrisorio, superfluo, ni siquiera se acordaba de la pregunta que queria formular. Permanecio sentado en la roca, inmovil, postrado, anonadado, hasta que un guardia fue a zarandearle y le arrastro por el brazo. El soberano se impacientaba.
– ?Y bien, medico de Babel! ?Tienes la respuesta?
– No.
Sapor espero la continuacion, pero esta no llego.
– ?Que ha respondido la voz celeste?
– Nada. Ni siquiera ha querido escuchar mi pregunta.
– ?Mucho hemos esperado para tan poco!
A pesar de la importancia de los personajes que le rodeaban, Mani hablo principalmente para si mismo.
– ?Este silencio! ?Nada me inquieta mas que este silencio! Un silencio de oscuridad y de colera infinita.
Habia perdido su porte habitual, parecia asustado, y sin duda daba la impresion a los que le observaban de haber tenido una vision de desgracia que no osaba describir. La angustia de Mani hizo vacilar a Sapor, que hasta ese momento se habia mostrado confiado.
Obedeciendo a una discreta invitacion de Kirdir, Bahram intento que su padre volviera a sus disposiciones anteriores.
– Todos los adivinos y los astrologos han percibido la bendicion de Ahura Mazda para esta empresa. ?Acaso el medico de Babel tiene un Cielo diferente al nuestro?
Sapor ni siquiera le oyo. Preocupado, confuso, miraba fijamente a Mani, y cuanto mas le contemplaba, mas se turbaba.
– ?Crees que nuestras tropas van a caer en alguna trampa?
Mani reacciono rapidamente, pero apenas menos confuso:
– No lo se, no tengo ninguna respuesta. El Cielo se ha negado a escucharme y no tengo ninguna certeza, ningun argumento, ninguna opinion, solo recelo.
El romano, hasta entonces silencioso, juzgo necesario intervenir en un griego muy cuidado.
– Si el divino senor teme alguna trampa, yo respondo con mi vida. Permanecere aqui mientras se desarrolla el ataque y que mi cabeza sea el precio de la menor sospecha de traicion.
Uniendo el gesto a las palabras, se cogio la cabeza cubierta por el casco entre las manos y la inclino hacia el soberano como si fuera un cantaro. El gesto era grotesco, bufo, pero ?quien tenia humor para sonreir? Sapor habia cruzado los brazos con las manos apoyadas en los hombros y mientras se interrogaba asi, evaluaba y dudaba, todos a su alrededor permanecian recogidos, conteniendo la respiracion. Por fin llego la decision:
– Nuestro ataque no se retrasara. Que se desplieguen los estandartes color de fuego, pero en picas clavadas a ras de suelo. Es necesario que el enemigo no pueda verlas de lejos.
El oficial romano fue de nuevo objeto de algunas miradas inquietas, pero Sapor las ignoro. Dirigiendose a Ormuz, dijo:
– Tu que sientes tanto afecto por el medico de Babel, tu que compartes con tanta frecuencia sus opiniones, ?no estas turbado por sus inquietudes?
– Me haran mas vigilante, pero no menos audaz. Luchare como lo he hecho siempre, como mi divino padre me ha ensenado a hacerlo.
Sapor movio la cabeza varias veces, muy lentamente, como si siguiera reflexionando aunque admitiera los argumentos de su hijo menor.
– Manana, tu audacia te sera mas util que tu vigilancia, ya que seras tu quien dirija la primera carga. Volveras triunfante o martir. Ordena que distribuyan a todos tus soldados doble racion de pan, de leche y de carne, y luego reune a los caballeros de alto rango, tengo que hablarles. En cuanto a ti, Bahram, mi primogenito, ocuparas mi asiento en el estrado imperial para presidir el recuento de los hombres.
Tal como lo exigia el ritual de los combates, los guerreros sasanidas desfilaron ante el representante del soberano, tirando, uno tras otro, una flecha en unos inmensos cestos de mimbre que se cerraron y se sellaron inmediatamente. Despues del combate se abririan con un ceremonial parecido y cada soldado iria a recoger una flecha, permitiendo asi al monarca saber con precision el numero de sus hombres muertos o capturados.
Las perdidas no fueron muy grandes en el combate de Edesa. Se esperaba un enfrentamiento titanico entre los dos grandes imperios del siglo, entre los dos ejercitos mas temidos, entre dos hombres excepcionales. ?No era Sapor el verdadero fundador del Imperio sasanida, el senor de todas las tierras que se extendian desde el desierto de Arabia hasta la India? ?No era Valeriano el que habia unificado providencialmente a los romanos, el salvador que debia conjurar la decadencia y continuar la epoca gloriosa de las conquistas y de la prosperidad? Todo se resolvio con un golpe de mano audaz, minucioso y afortunado: cuando la caballeria, provista de corazas de hierro y conducida por Ormuz, se abalanzo sobre el campamento romano situado en el camino de Harran, una de sus primeras presas fue Valeriano en persona, capturado en su tienda con su prefecto del Pretorio, su tesoro de campana y la flor de su Estado Mayor, asi como cierto numero de senadores que se habian unido a su sequito. Desprovisto de sus jefes, el ejercito romano estaba vencido antes, incluso, de haber combatido, y cuando algunas cohortes y algunas centurias acudieron corriendo, fueron aniquiladas una tras otra a medida que se presentaban; el resto prefirio cruzar el Eufrates lo mas rapidamente posible para escapar al desastre.
Sapor hizo grabar en la roca, con palabras e imagenes, el recuerdo de su triunfo. El texto se complace en precisar que las tropas del cesar Valeriano venian de «Germania, de Retia, de Norico, de Istria…» y tambien de «Frigia, de Fenicia, de Judea y de Arabia; una fuerza de setenta mil hombres» que el rey de reyes habia hecho trizas. Un bajorrelieve representaba a Sapor a caballo, con la mano izquierda en la empunadura de una espada aun en su vaina y el brazo derecho extendido en senal de clemencia hacia Valeriano, representado de rodillas, implorante, vestido con el manto romano y con la cabeza aun cenida por una corona de laureles.
Al lado del Cesar vencido, otro romano, de pie y con porte altivo, aunque sometido al rey de reyes. Se trataba del oficial transfuga, llamado Ciriades. Merecia figurar en la estela del triunfo, ya que a su ayuda se debia haber cercado a Valeriano y haber conseguido una victoria tan facil.
A cambio de su valiosa traicion, habia pedido que Sapor le reconociera como el nuevo emperador de Roma. Cumpliendo esta promesa, se le entronizo solemnemente en Edesa en cuanto la ciudad hubo capitulado, y cuando, con el impulso de su victoria, Sapor invadio por tercera vez las provincias romanas de Oriente, Ciriades intento ganar para el la sumision de las autoridades locales. Tiempo perdido, ya que jamas consiguio que se le aceptara como emperador. Algunos meses mas tarde cuando las tropas sasanidas se retiraron, el partio con ellas.
Debia proseguir su carrera en una villa de Ctesifonte rodeado de una corte de pacotilla, antes de caer en las mazmorras de la Historia.
Valeriano tambien terminaria su vida en tierra sasanida. Sapor hubiera querido sacar buen partido de su liberacion, tanto mas cuanto que el poder de Roma estaba en manos del propio hijo del emperador cautivo, Galieno. Pero este se nego a toda negociacion, afirmando que no se prestaria a ningun regateo, que nunca consentiria en ceder una provincia o en vaciar las arcas del Imperio para pagar el rescate de un hombre, aunque fuera su propio progenitor. Lo que presento ante los senadores como el colmo de la abnegacion fue interpretado, sin embargo, por la mayoria de los romanos como un odioso abandono, casi como un parricidio.
Cuando Sapor perdio la esperanza de sacar provecho de su captura, mando trasladar a Valeriano a Persida con el resto de
los prisioneros, sin consideraciones especiales, pero sin excesiva crueldad. Alli pasaria el emperador derrocado los ultimos tiempos de su vida, mejor dispuesto, segun parece, hacia su vencedor que hacia su indigno hijo.
El rey de reyes le confio la construccion de una presa en el rio Karun, no lejos de Beth Lapat, utilizando como mano de obra a los legionarios apresados con el. Se aplico a ello con rigor y abnegacion. Diecisiete siglos despues, esta obra sigue en pie. Lleva el nombre de Band-e-Kaisar, el Dique del Cesar.
El otro perdedor de la batalla de Edesa fue Mani.
Sapor le habia ofrecido su ultima oportunidad y el no la habia aprovechado. Cuando hubo que decir al monarca que la fortuna estaba de su lado, que se le prometia la victoria y que podia sin temor dar la orden de asalto, la voz profetica en el habia elegido guardar silencio. Habia complacencias que el no se permitia, ni siquiera por el comodo subterfugio de los astros y de los augurios. ?No era el quien ensenaba a sus discipulos: «Se traidor al Imperio si es necesario, y rebelde a los decretos del Cielo, pero fiel a ti mismo, a la Luz que esta en ti, porcion de sabiduria y de divinidad»?
Sin embargo, los ideales mueren cuando no se les falsea, y es por los pudicos compromisos de los maestros y por la traicion de los discipulos como sobreviven y prosperan las doctrinas en medio del mundo y de sus principes.
Cada religion habra tenido sus legiones. No asi la de Mani. ?Se equivocaria de epoca? ?Se equivocaria de planeta?
Cuatro
Mas aun que el titulo de conquistador, los grandes reyes sasanidas codiciaban el de fundador, ansiosos de imitar en eso, como en tantos otros actos, el ejemplo inmortal de Alejandro. ?No habia sembrado en tierra antigua innumerables «Alejandrias»? Sapor hubiera querido perpetuar su gloria de la misma manera, llenando las regiones sumisas de ciudades homonimas, todas dedicadas a el. Si conseguia una victoria, queria conmemorarla inmediatamente, colocando en la hierba recien devastada la primera piedra de una ciudad a la que bautizaba «Triunfo de Sapor», «Honor a Sapor», o tambien «Valiente Sapor». A quien quisiera establecerse en ella le concedia prodigamente titulos, privilegios y exenciones, y si volvia a pasar por el lugar uno o dos anos mas tarde, se enfurecia al ver que «su» ciudad crecia muy lentamente, como si el augusto nombre con que la habia gratificado fuera una garantia de inmediata prosperidad.