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¿Por Quién Doblan Las Campanas? - Хемингуэй Эрнест Миллер (читать книги онлайн бесплатно полностью без сокращений .TXT) 📗

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Me pregunto cómo caerá María en Missoula (Montana). Suponiendo que encuentre algún trabajo en Missoula. Calculo que a estas alturas estoy fichado como rojo y que van a ponerme en la lista negra. Aunque, a decir verdad, tampoco puedo asegurarlo. No puede asegurarse nada. No tienen pruebas de lo que he hecho aquí y, por lo demás, sí lo contase, no lo creerían nunca. Mi pasaporte era válido para España antes de que entraran en vigor las nuevas restricciones. En todo caso, no podría volver antes del otoño del 37. Salí en el verano del 36 y los permisos, aunque son oficialmente de un año, no hacen necesaria la presentación antes del comienzo del curso siguiente. Queda aún mucho tiempo hasta el comienzo del curso de otoño. Queda todavía mucho tiempo de aquí a mañana, mirándolo bien. No. No creo que haya que preocuparse por lo de la Universidad. Será bastante con que llegue para el otoño, y todo irá bien. Trataré sencillamente de presentarme en ese momento.»

Pero ¡qué vida tan rara era la que llevaba desde hacía algún tiempo! Vaya si lo era. España había sido su diversión y su tema de trabajo desde hacía mucho. Luego era natural y lógico que se encontrara en España. «Has trabajado varios veranos en el servicio forestal y haciendo carreteras. Allí aprendiste a manejar la pólvora de manera que las demoliciones son también un trabajo natural y lógico para ti. Aunque siempre hayas tenido que llevarlo a cabo con un poco de precipitación. Pero ha sido un buen trabajo.» Una vez que se ha aceptado la idea de la destrucción como un problema que hay que resolver, ya no hay más que el problema. Las destrucciones, eso sí, aparecen acompañadas de detalles que las hacen poco gratas, aunque Dios sabe que se toman estos detalles a la ligera. Siempre había un esfuerzo constante por provocar las condiciones mejores con la mira en los asesinatos que deben acompañar a las destrucciones. Pero ¿acaso las palabras ampulosas hacían posible la defensa de tales asesinatos? ¿Hacían más agradable la matanza? «Te has acostumbrado con facilidad a todo ello, si quieres que te dé mi opinión -se dijo-. Y para lo que vas a servir cuando dejes el servicio de la República, se me antoja extremadamente problemático. Pero me imagino que te desembarazarás de todos estos recuerdos, poniéndolos sobre el papel. Puedes escribir un hermoso libro, si eres capaz de hacerlo. Mucho mejor que el anterior. Pero, entretanto, la vida se reduce a hoy, esta noche, mañana, y así indefinidamente. Esperémoslo. Harías mejor aceptando lo que el tiempo te depara y dando las gracias. ¿Y si lo del puente sale mal? Por ahora no parece marchar demasiado bien. Pero María te ha convenido. ¿No es así? Oh, claro que sí. Quizá sea esto todo lo que pueda pedirle a la vida. Puede que sea eso mi vida, y que en vez de durar setenta años no dure más que setenta horas. O quizá setenta y dos, si contamos los tres días. Me parece que tiene que haber la posibilidad de vivir toda una vida en setenta horas lo mismo que en setenta años, con la condición de que sea una vida plena hasta el instante en que comiencen las setenta horas y que se haya llegado ya a cierta edad.

»¡Qué tontería! -se dijo-, ¡qué tonterías se te ocurren! Es realmente estúpido. Aunque quizá no sea tan estúpido, después de todo. Bueno, ya veremos. La última vez que dormí con una chica fue en Madrid. No, en El Escorial. Me desperté a medianoche creyendo que la persona en cuestión era otra, y me sentí loco de alegría hasta el momento en que reconocí mi error. En suma, en aquella ocasión no hice más que reavivar las cenizas. Pero, aparte de eso, aquella noche no tuve nada de desagradable. La vez anterior fue en Madrid. Y aparte ciertas mentiras y pretensiones, mientras la cosa estuvo en marcha, el asunto fue, más o menos, el mismo. Por lo tanto, no soy un campeón romántico de la mujer española y, por lo demás, cualquiera que sea el país en que me encuentre, una aventura amorosa, la he considerado siempre como una aventura. Pero quiero de tal forma a María que cuando estoy con ella me siento literalmente morir. Y no creí nunca que me pudiera pasar tal cosa. Así es que puedes cambiar tu vida de setenta años por setenta horas, y me queda al menos el consuelo de saber que es así. Si no hay nada por mucho tiempo ni por el resto de nuestra vida ni de ahora en adelante, sino que sólo existe el ahora, entonces, bendigamos el momento presente porque me siento muy feliz en él.»

Ahora, maintenant, now, heute. Ahora es una palabra curiosa para expresar todo un mundo y toda una vida. Esta noche, ce soir, to-night, heute abend. Lije y wife, vie y Marie. No, eso no rimaba. Había también now y frau, pero eso tampoco probaba nada. Por ejemplo se podía tomar dead, mart, muerto, y todt. Todt era, de las cuatro palabras, la que mejor expresaba la idea de la muerte. War, guerre, guerra, y krieg. Krieg era la que más se parecía a guerra. ¿No era así? ¿O era solamente que conocía peor el alemán que las otras lenguas? Chérie, sweet-heart, prenda y schatz. Todas esas palabras podía cambiarlas por María. María, ¡qué hermoso nombre!

Bueno, pronto iban a verse todos metidos hasta el cuello y no iba a pasar mucho tiempo. Lo del puente, en realidad, se presentaba cada vez peor. Era una operación que no podía salir inmune con luz del día. Las posiciones peligrosas tienen que ser abandonadas por la noche. Al menos se intenta aguantar hasta la noche. Todo marcha bien si se puede aguardar hasta la noche para replegarse. Pero si la cosa empezaba a ponerse mal con luz del día… Sería absolutamente imposible resistir.

Y aquel condenado del Sordo, que había abandonado su español zarrapastroso para explicarle aquello con todos los pormenores, como si él no hubiese estado pensando en todo sin cesar desde que Golz le habló del asunto. Como si no bubiese vivido con la sensación de tener una bola a medio digerir en el estómago desde la noche anterior a la antevíspera. «Vaya un asunto. Está uno toda su vida creyendo que semejantes aventuras significan algo y a la postre resulta que no significan nada. No había tenido nunca nada de lo que tenía ahora. Uno cree que es algo que no va a comenzar jamás. Y de repente, en medio de un asunto piojoso como esa coordinación de dos bandas de guerrillas de mala muerte, para volar un puente en condiciones imposibles, con objeto de hacer abortar una contraofensiva que probablemente había empezado ya, se encuentra uno con una mujer como María. Claro, siempre ocurre así. Acabas por dar con ello demasiado tarde; eso es todo. Y luego, una mujer como aquella Pilar te mete literalmente a la muchacha en tu cama, y ¿qué es lo que pasa? Sí, ¿qué es lo que pasa? ¿Qué pasa? Dime qué pasa, haz el favor. Sí, dímelo. Pues eso es lo que pasa. Eso es justamente lo que pasa. No te engañes a ti mismo cuando piensas que Pilar ha empujado a esta muchacha a tu saco de dormir, y trates de negarlo todo y de estropearlo todo. Estabas perdido desde el momento en que viste a María, En cuanto ella abrió la boca y te habló, quedaste flechado, y lo sabes. Y ya que te ha llegado lo que nunca creíste que te podría llegar, porque no creías que existiera, no hay motivos para que trates de negarlo, ya que sabes que es una cosa real y que está contigo desde el instante en que ella salió de la cueva, llevando la cacerola de hierro. Te flechó entonces, y lo sabes, de manera que ¿por qué mentir? Te sentiste extraño interiormente cada vez que la mirabas y cada vez que ella te miraba a ti. Entonces ¿por qué no reconocerlo? Bueno, está bien; lo reconozco. En cuanto a Pilar, que te la ha puesto en los brazos, todo lo que ha hecho ha sido conducirse como una mujer inteligente. Hasta entonces había cuidado muy bien de la muchacha, y por eso vio rápidamente, en el momento en que la chica volvió a entrar en la cueva con la comida, lo que había sucedido.

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