Gaspar, Melchor y Baltasar - Tournier Michel (книги бесплатно без онлайн TXT) 📗
– Nunca meditaremos demasiado los primeros renglones del Genesis -dijo-. Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. ?Por que estas dos palabras? ?Que diferencia hay entre la imagen y la semejanza? Sin duda la semejanza comprende todo el ser -cuerpo y alma-, mientras que la imagen solo es una mascara superficial y tal vez enganosa. Durante todo el tiempo que el hombre siguio tal como Dios lo hizo, su alma divina transverbero su mascara de carne, de tal forma que era puro y simple como un lingote de oro. Entonces la imagen y la semejanza proclamaban a la vez una sola y unica declaracion de su origen. Hubiera podido prescindirse de dos palabras diferentes. Pero cuando el hombre desobediente peco, cuando intento por medio de mentiras escapar a la severidad de Dios, desaparecio la semejanza que tenia con su creador, solo quedo su rostro, una imagen enganosa, recordando como a pesar suyo un origen lejano, renegado, escarnecido, pero no borrado. Se comprende asi la maldicion que pesa sobre la figuracion del hombre por la pintura y la escultura: estas artes se hacen complices de una impostura celebrando y difundiendo una imagen sin semejanza. Movido por un celo fanatico, el clero persigue las artes figurativas, y destruye las obras, hasta las mas sublimes, del genio humano. Cuando le interrogan responde que asi sera mientras la imagen envuelva una desemejanza profunda y secreta. Tal vez algun dia el hombre caido sea redimido y regenerado por un heroe o un salvador. Entonces su restaurada semejanza justificara su imagen, y los artistas pintores, escultores y dibujantes podran ejercer su arte, que habra recobrado su dimension sagrada…
Mientras seguia el curso de esta meditacion, yo baje los ojos hacia la tierra recien removida, y como las palabras de imagen y semejanza resonaban insistentemente en mis oidos, busque en aquella gleba la huella de un hombre, la de Baltasar, la de Biltina, la mia tal vez. Enmudecio y guardo un recogido silencio. Entonces recogi un punado de tierra, y tendiendo al rey mi mano abierta le dije:
– Te ruego que te pronuncies, senor Baltasar: esta tierra con la que se modelo a Adan, segun tu ?es blanca?
– ?Blanca? ?Claro que no! -exclamo con una franqueza que me hizo sonreir-. Si quieres que te de mi impresion, mas bien me parece negra. Aunque fijandose bien tiene un matiz pardo-rojizo, y eso me recuerda que Adan significa en hebreo tierra ocre.
Habia dicho mas de lo que yo necesitaba para sentirme satisfecho. Acerque el punado de tierra a mi propia cara.
– Negra, parda, roja, ocre, dices. Pues bien, ?mira y compara! ?Es que acaso el rostro de Adan no tuvo que ser segun la imagen -no hablemos de la semejanza, porque solo estamos hablando del color- de la cara de tu primo, el rey de Meroe?
– ?Adan negro? ?Por que no? No lo habia pensado, pero nada impide suponer tal cosa. ?Pero cuidado! Eva fue formada a partir de la carne de Adan. ?O sea que a un Adan negro corresponde una Eva negra! ?Que curioso! Nuestra mitologia, con sus imagenes inmemoriales, se resiste a las agresiones de nuestra imaginacion y de nuestra razon. Acepto lo de Adan, pero a Eva solo me la puedo imaginar blanca.
?Pero aun yo! No solo blanca, sino rubia, con la nariz impertinente y la boca infantil de Biltina… Y Baltasar, mientras me arrastraba hasta nuestra gran caravana comun en la que se mezclaban caballos y camellos, formulo una pregunta que para el no era mas que una divertida paradoja, pero que para mi tenia un alcance incalculable:
– ?Quien sabe -dijo- si el sentido de nuestro viaje no es una exaltacion de la negritud?