Pideme lo que quieras, ahora y siempre - Maxwell Megan (хорошие книги бесплатные полностью .txt) 📗
—?Todo bien, carino?
Asiento y sonrio. Ha sido alucinante.
Nuestras bocas se encuentran. Se devoran, y Eric, embravecido me vuelve a penetrar. Se ha recuperado y su ereccion me necesita. Me coge entre sus brazos y, bajo el chorro de la ducha, me hace suya. Aprisionada contra la pared, mi amor se hunde en mi, una y otra vez, mientras mis piernas se enredan en su cintura deseosa de mas y mas. Nos decimos al oido palabras calientes, y acrecentamos nuestro deseo. Palabras salvajes, mirandonos a los ojos para enloquecernos mas. Y cuando nuestro orgasmo nos hace gritar, nos quedamos apoyados en la pared, y Eric murmura en mi oido:
—Me vas a matar, pequena...
Yo sonrio. Me muevo, y Eric me posa en el suelo. El agua sigue cayendo sobre nuestros cuerpos. Nos miramos y sonreimos. Cuando salimos de la ducha me fijo en las otras personas que estan en la habitacion, y al ver que es ahora la mujer la que esta en la cama con los otros dos y Dexter la toca enloquecido, pregunto:
—?Esto es siempre asi?
Eric asiente, y acercandome a su cuerpo, murmura:
—Siempre. Uno encuentra lo que desea. Son fantasias. Recuerdalo.
Diez minutos despues, Eric y yo, vestidos, regresamos a la segunda sala donde hemos estado. Me besa, disfruta de mi y yo disfruto de el. Somos felices. Estamos compenetrados ?Que mas puedo pedir?
Tras beber un par de cubatas mi vejiga esta que explota. Le indico que tengo que ir al bano. Me dice donde esta y me encamino a el. Al entrar hay dos mujeres besandose, me miran, las miro y sonrio. Entro en una de las cabinas y suspiro gustosa mientras hago pis. Oigo entrar mas gente al bano. Risas. Unas mujeres cuchichean y escucho:
—?Oh, si! El viernes que viene tengo una cena con Raimon Gruher y sus padres. Por fin, he conseguido mi objetivo. Me va a pedir que me case con el.
Chilliditos de satisfaccion. Me rio. Y otra voz dice:
—?Donde has quedado con ellos?
—A las siete en la Trattoria de Vicenzo. Un sitio ideal, ?verdad?
—Maravilloso.
—Y exclusivo.
—Y carisimo.
Risas de nuevo.
—Pero, oye, creia que Raimon no era tu tipo. A ti te gustan mas jovencitos.
—Y no lo es, querida, pero su dinero si. —Ambas rien, y yo resoplo. ?Menuda lagarta!—. No es un hombre que me vuelva loca en la cama. A su edad, ?que esperas? Pero eso ya lo he solucionado con su primo Alfred y mis propios amigos. Al fin y al cabo, todo queda en familia, ?no crees?
—?Oh, Betta! Eres terrible.
??Betta?!
?Ha dicho Betta?
El corazon me comienza a palpitar cuando oigo:
—Mira quien va a hablar. Ni que tu fueras una santa cuando te lo pasas de vicio en este local sin tu marido. Si Stephen se enterara te iba a dar lo tuyo.
La risa me confirma que es ella. ?Betta! Su risa de cerdo pachon es indiscutible. Me bajo el vestido, ya que bragas no llevo, pues Eric me las ha roto, y abro la puerta del bano. Ellas me miran y observo que Betta no se sorprende al verme en el local. Por su gesto, intuyo que ya sabia que yo estaba alli. Y antes de que yo pueda hacer nada, me da un empujon que me lanza contra la pared. Pero yo soy rapida, la agarro del vestido y tiro de ella. Cae de bruces contra el suelo. Su amiga comienza a chillar y sale en busca de auxilio. Las dos mujeres que se besaban salen corriendo. Nos dejan solas.
Al caer a mi lado miro su mano. Veo un anillo en forma de margarita y, furiosa, grito:
—Le has tocado, maldita cerda. ?Has tocado a Eric?
Sonrie con malicia.
—Me ha parecido que os gustaba a los dos cuando lo he hecho, ?no?
Su afirmacion me deja sin palabras. ?La mato! Le propino un bofeton y despues otro ante la cara de horror de una mujer que entra en ese momento en el aseo. Betta se levanta del suelo, y yo la sigo. Ella es mas alta que yo, pero yo soy mucho mas agil y rapida que ella, y cuando va a escapar, la tiro contra la pared y, aprisionandola contra ella, siseo:
—?Como te atreves a tocarlo? —grito.
Ella no responde. Solo rie, y acalorada siseo:
—Te dije que no te queria ver cerca de Eric.
—Lo que tu me digas me importa bien poco.
?Oh, Dios, le arranco las extensiones! Y mirandola, clamo muy enfadada:
—Te dije que si me buscabas, me encontrarias, ?zorra!
Betta grita. Se asusta cuando le retuerzo el brazo y, de pronto, Eric me agarra y, separandome de ella, pregunta:
—?Por el amor de Dios, Jud!, ?que estas haciendo?
Betta, con el semblante arrugado y con una recriminadora mirada, chilla.
—Tu novia es una asesina.
—?Seras zorra...! —grito, descompuesta.
—Me ha visto y me ha atacado.
—Eres una sinverguenza. Tu me has atacado primero a mi.
—Mentirosa. —Y mirando a Eric, murmura—: Carino, no la creas. Yo estaba en el bano, y ella llego y...
—?Callate, Betta! —sisea Eric, enfurecido.
—??Carino?! ?Le has dicho «carino»? —grito, deshaciendome de los brazos de Eric—. No le llames «carino», ?perra!
Eric me vuelve a sujetar. Soy una fiera. Me mira y dice:
—No entres en su juego, cielo. Mirame, Jud. Mirame.
Pero yo, dispuesta a sacarle los ojos a esa que me mira con diversion, grito:
—?Como has podido tocarnos? ?Como has podido acercarte a el? ?A nosotros?
—Este es un local publico, bonita. No es un lugar exclusivo para Eric y para ti.
—Betta, ?basta! —grita Eric sin entender a lo que nos referimos.
La mato. ?Yo la mato!
Eric, furioso, intenta tranquilizarme. No le presta atencion a Betta, no le interesa; solo me la presta a mi, hasta que ella grita:
—Ya es la segunda vez que me ataca en Munich. ?Que le pasa a tu novia? ?Es un animal?
Eso llama la atencion de Eric y me pregunta:
—?La segunda vez?
No respondo. Resoplo, y ella insiste:
—Si. En la tienda de Anita. Estaba tu hermana Marta, y ella tambien me ataco. Entre las dos me acosaron y pegaron, y...
—?Tu hiciste eso? —pregunta Eric, airado.
Avergonzada por reconocerlo y, en especial por como me mira, respondo:
—Si. Se la debia. Por su culpa tu y yo rompimos, y...
Eric me suelta y se lleva las manos a la cabeza.
—?Por el amor de Dios, Judith!, somos adultos ?Como se te ocurre hacer algo asi?
Asombrada por como el se lo esta tomando, lo miro y siseo:
—El que me la juega me la paga. Y esta zorra me la jugo.
Frida, alertada, entra en el bano. Al ver a Betta no lo piensa. Se acerca a ella y le da un bofeton.
—?Zorra!, ?que haces aqui? —grita.
Betta mira a su alrededor. Nadie la ayuda. Todos conocen su historia con Eric y nos amenaza a gritos, mirandonos:
—Voy a llamar a la policia y os voy a denunciar a las dos.
—Llamala —gritamos al unisono Frida y yo.
Esa imbecil saca su movil de ultima generacion y, tras intentarlo, chilla con frustracion:
—?Por que aqui no hay cobertura?
Frida y yo reimos, e indico con chuleria:
—Sal del local. Seguro que fuera tienes. Vamos..., llama a la policia. Sera genial que tus futuros suegros y maridito se enteren de que estabas aqui.
Andres llega, sujeta a su mujer y la reprende al verla chillar. Frida protesta y sale del bano, enfadada. No soporta a Betta. Bjorn, que hasta el momento habia permanecido en un lateral de la puerta, al ver a su amigo tan enfadado, murmura:
—Esto se acabo. Vamos, regresemos al local.
Eric, sin decirme nada, sale del bano. Betta sonrie. Y yo, incapaz de sujetar mi instinto, le doy un empujon que la empotra contra los lavabos.
—Te juro por mi padre que esto no se va a quedar aqui.
Una vez que salgo del bano muy enfadada, Bjorn me agarra del brazo, me hace mirarlo y murmura:
—Asi no se arreglan las cosas, preciosa.
—?De que hablas? ?Yo no quiero arreglar nada con esa zorra!
Y tras contarle lo que me habia hecho en Madrid y la ruptura que habia originado entre Eric y yo, dice:
—No me extrana que le pase lo que le pasa. Es mas, estoy por entrar y darle yo tambien otra bofetada.