Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк (лучшие книги .txt) 📗
—Bueno —va y dice—, hay una excusa para utilizar los picos y hacer como que son otra cosa en un caso asi; si no, yo no lo aprobaria, ni permitiria que se infringiera el reglamento, porque lo que esta bien esta bien y lo que esta mal esta mal, y uno no tiene por que hacer las cosas mal cuando no es ignorante y sabe lo que esta bien. Estaria bien que tu sacaras a Jim con un pico, sin fingir que es otra cosa, porque no sabes que es lo que esta bien, pero no estaria bien que lo hiciera yo, porque si lo se. Pasame un cuchillo de cocina.
Tenia el suyo a su lado, pero le pase el mio. Lo tiro al suelo y dijo:
—Dame un cuchillo de cocina.
Yo no sabia que hacer, pero despues lo pense. Busque entre las herramientas viejas y encontre un pico, se lo pase y el lo agarro y se puso a trabajar sin decir ni una palabra.
Siempre era asi de especial. Todo principios.
Entonces yo agarre una pala y nos pusimos a dar al pico y la pala, por turnos, como posesos. Asi seguimos una media hora, que fue todo lo que aguantamos; pero a cambio habiamos hecho un buen agujero. Cuando subi al piso de arriba mire por la ventana y vi que Tom hacia todo lo que podia con el pararrayos, pero no conseguia subir de lo agrietadas que tenia las manos. Por fin dijo:
—Es inutil, no puedo. ?Que crees que debo hacer? ?No se te ocurre nada?
—Si —dije yo—, pero supongo que no esta en el reglamento. Sube por las escaleras y haz como que son un pararrayos.
Asi lo hizo.
Al dia siguiente, Tom robo una cuchara de peltre y un candelabro de cobre de la casa para hacerle unas plumas a Jim, ademas de seis velas de sebo, y yo me quede en torno a las cabanas de los negros esperando una oportunidad y robe tres platos de estano. Tom dijo que no bastaba, pero yo le conteste que nadie veria jamas los platos que tirase Jim, porque caerian entre los matojos y las malas hierbas debajo de la ventana, asi que los podiamos recuperar para que los volvieran a utilizar otra vez. Entonces Tom se convencio. Despues, va y dice:
—Ahora lo que tenemos que estudiar es como llevarle las cosas a Jim.
—Se las damos por el agujero —dije—, cuando lo hayamos terminado.
Me miro despectivo y dijo algo asi como que nunca habia oido una idea tan idiota, y despues se puso a estudiarlo. Al cabo de un rato anuncio que ya habia descubierto dos o tres formas, pero que todavia no era necesario decidirse por una. Dijo que primero teniamos que avisar a Jim.
Aquella noche bajamos por el pararrayos poco despues de las diez, con una de las velas, escuchamos bajo la ventana y oimos roncar a Jim, asi que se la tiramos adentro y no lo despertamos. Despues nos pusimos a darle al pico y la pala, y al cabo de unas dos horas y media habiamos terminado el trabajo. Nos metimos en la cabana por debajo del catre de Jim y estuvimos buscando hasta que encontramos la vela y la encendimos, y nos quedamos mirando un rato a Jim hasta comprobar su aspecto fuerte y sano, y despues lo despertamos lentamente y con suavidad. Se alegro tanto de vernos que casi se echo a llorar y nos llamo sus ninos y todas las cosas carinosas que se le ocurrieron, y nos pidio que buscaramos un cortafrios para quitarle la cadena de la pierna inmediatamente y que el se pudiera marchar sin perder tiempo. Pero Tom le demostro que aquello no seria reglamentario y se sento a contarle nuestros planes y como podiamos cambiarlos en un momento si habia motivos de alarma y que no tuviera ningun temor, porque nos encargariamos de que se escapara, sin duda. Entonces Jim dijo que estaba bien y nos quedamos un rato charlando de los viejos tiempos, y despues Tom hizo un monton de preguntas, y cuando Jim le dijo que el tio Silas venia a diario o cada dos dias a rezar con el y que tia Sally le visitaba para ver si estaba comodo y tenia suficiente comida y que los dos eran muy amables, Tom dijo:
—Ahora ya se como organizarlo. Te enviaremos algunas cosas con ellos.
—Ni se te ocurra; es una de las ideas mas idiotas que he oido en mi vida —dije yo, pero no me hizo caso y siguio adelante. Era lo que pasaba cuando habia hecho un plan.
Entonces le dijo a Jim que tendriamos que pasarle el pastel con la escala de cuerda y otras cosas de buen tamano con Nat, el negro que le llevaba la comida, y tenia que estar alerta y no sorprenderse ni dejar que Nat lo viera cuando las abria, y que las cosas pequenas las meteriamos en los bolsillos de la chaqueta del tio y tenia que robarselas, y que si teniamos la oportunidad atariamos cosas en las cintas del mandil de la tia o se las pondriamos en el bolsillo del mandil, y le dijo lo que serian y para que. Tambien le pidio que llevase un diario escrito con sangre en la camisa y todas esas cosas. Se lo dijo todo. Jim no entendia la mayor parte, pero reconocio que como eramos blancos sabiamos mas que el, asi que se quedo tan contento y afirmo que lo haria todo tal como se lo habia dicho Tom.
Jim tenia bastantes pipas de maiz y tabaco, asi que lo pasamos muy bien en su compania; despues salimos a cuatro patas por el agujero y fuimos a acostarnos, con las manos en carne viva. Tom estaba muy animado. Dijo que aquello era lo mas divertido de su vida y lo mas intelectual, y que si pudiera arreglarselas nos pasariamos la vida en ello y dejariamos a Jim para que lo sacaran nuestros hijos, pues creia que a Jim le gustaria cada vez mas a medida que se fuera acostumbrando. Dijo que de seguir asi duraria por lo menos ochenta anos y batiria todos los records de tiempo. Y anadio que nos haria famosos a todos los que hubieramos intervenido en aquello.
Por la manana fuimos al monton de lena, partimos el candelabro de cobre en varios pedazos mas manejables y Tom se los metio en el bolsillo con la cuchara de peltre. Despues fuimos adonde estaban las cabanas de los negros, y mientras yo distraia a Nat, Tom metio un trozo del candelabro en medio del pan de borona que habia en la escudilla para Jim y fuimos con Nat a ver como salia el asunto, que funciono estupendamente; cuando Jim le dio un mordisco casi se rompio todos los dientes, y aquello era senal de lo bien que marchaba todo. Lo dijo el propio Tom. Jim no dijo de que se trataba, sino que hizo como que era una piedrecita o alguna de esas cosas que se meten siempre en el pan, ya sabeis; pero a partir de entonces nunca le pego un mordisco a nada sin antes haberle clavado el tenedor tres o cuatro veces.
Y mientras estabamos de pie en aquella penumbra, aparecieron dos de los perros que se habian metido en el agujero debajo del catre de Jim y siguieron llegando y llegando hasta que hubo once de ellos y apenas quedaba sitio ni para respirar. ?Diablos, se nos habia olvidado cerrar la puerta del cobertizo! El negro Nat no hizo mas que gritar «Brujas» una sola vez y se arrodillo en el suelo entre los perros y empezo a gemir como si se estuviera muriendo. Tom abrio la puerta de golpe, tiro por ella un trozo de la carne de Jim y los perros se lanzaron a buscarla, y en dos segundos el mismo salio, volvio y cerro la puerta, y comprendi que tambien habia cerrado la otra. Despues se puso a hablarle al negro, en plan muy comprensivo y carinoso, preguntandole si se habia imaginado que habia vuelto a ver algo. El negro levanto la cabeza, parpadeo y dijo: